En el comienzo de los asentamientos del centro de Coyoacán, la parte de los pedregales derivados de la lava expulsada por la erupción del volcán Xitle, marcaban un límite "natural" para la expansión del caserío. De esta forma, el que hoy conocemos como el Callejón de aguacate era el último antes de que empezara la región dominada por esa negruzca presencia rocosa que de noche debió haber sido fantasmagórica.
Hay varias imagenes religiosas a lo largo de dicho callejón, como la de San Martín de Porres, o al de una Virgen que casi permanentemente tiene flores frescas.
La urbanización poco a poco se apropió de esa región y se impuso a las rocas, rodeando al mencionado callejón de más cuadras con casas, perdiendo mucho de su oscuro aspecto. Sin embargo, las leyendas urbanas conservaron el espanto que puede provocar transitarlo de noche, especialmente en día de muertos.
Uno de los sitios más visitados en esa fecha es este callejón, en el cual no falta el personaje disfrazado que se dedica a espantar a los curiosos.
En lo personal, cuando visité ese sitio un día de muertos, escuché algo que se arrastraba a gran velocidad hacia mi. Mi reacción fue pegarme a la pared en medio de esa oascuridad, y apenas iluminado por la luna, pude ver a una figura negra, con máscara de esqueleto, yendo rápido en sus patines lanzando fuertes carcajadas espectrales. En recuerdo de ese susto, dejo aquí mi breve nota. Este callejón es de día durante el año un paraje solitario. De noche, dejo que lo juzgue el lector de esta referencia. Yo no regreso de noche.