Nacido en Viena, renunició a sus titulos en la corte austriaca para venir a ser Emperador de México, cargo que ocupó de 1964 a 1867.
Los republicanos se levantaron en armas en contra del imperio de Maximiliano de Habsburgo, forzando a que éste se refugiara en la ciudad de Querétaro. El sitio de la plaza duró 72 días. Un allegado al emperador, el Coronel López, el día 15 de mayo lo traicionó y lo entregó al ejército republicano.
El 19 de junio de 1867 Maximiliano de Habsburgo fue fusilado en el Cerro de las Campanas junto con sus principales colaboradores, Miguel Miramón (quien fue uno de los niños héroes y el presidente más joven que ha tenido México) y Tomás Mejía.
Con este episodio terminó una intervención extranjera más de las que ha sufrido nuestro querido México. Como parte de las interesantes piezas que se exhiben en el Museo Nacional de las Intervenciones, se encuentra la máscara mortuoria de Maximiliano, la cual está elaborada en yeso y dorada superficialmente.
A un lado de esta pieza se exhibe un texto que es su proclama al saber que sería fusilado, y en una parte dice:
"Cuando la noticia de mi caída y de mi muerte llegue a Europa, los monrcas todos y la patria de Carlomagno pedirán cuante de mi sangre, y de la sangre alemana, belga y francesa derramada en México, a la dinastía napoleónica, entonces será el fin...".